critica
Carmen Linares seduce en Lucerna - EL PAÍS - 22-08-2005
22.08.2005
Falla y Lorca tomaron el relevo de Nono, Schubert y Wagner el sábado en el Festival de Lucerna. La noche española puso el cartel de "No hay billetes" y conquistó al público suizo e internacional Juan Ángel Vela del Campo EL PAÍS - 22-08-2005 Un poco antes de las nueve de la noche, en medio de un clima de apoteosis, había finalizado el concierto de Claudio Abbado con la participación del barítono Thomas Quasthoff. A las diez, una hora casi intempestiva para las costumbres locales, daba comienzo la primera convocatoria de la serie Late Night, con un programa titulado El círculo mágico, coproducido por el cuarteto de guitarras Eos, la compañía de danza Flamencos en Route y Off Theater. Como estrella del espectáculo figuraba la cantaora Carmen Linares. El cuarteto lleva funcionando desde 1989 y es suizo. El grupo de baile tiene ya a sus espaldas dos décadas de existencia y está dirigido también por una suiza, Brigitta Luisa Merki, aunque todas sus bailaoras son españolas. El programa contemplaba una primera parte dedicada a Falla, con El amor brujo, en transcripción para cuarteto de guitarras, y seis de las Siete canciones populares españolas. La segunda parte era una fantasía sobre canciones populares antiguas de García Lorca, con páginas tan conocidas como El café de Chinitas, Las morillas de Jaén, El galapaguito, la siguiriya El alba y Anda jaleo. Hay, en la concepción escénica del espectáculo, una correspondencia permanente entre cante, baile y toque. En noviembre El círculo mágico realizará una gira por varias ciudades centroeuropeas como Baden, Ginebra, Berna y Zug, entre otras.
Precisamente en Zug, a unos treinta kilómetros, se han llevado a cabo los ensayos. Los artistas llegaron a Lucerna un día antes para poner a punto la iluminación y otros pequeños detalles en sala. La cantaora Carmen Linares, que actuaba por primera vez en Lucerna, se sintió hechizada de inmediato por la ciudad. "Es una preciosidad, pero me han impresionado también la sala de conciertos de Jean Nouvel y el ambiente de calidad y exigencia artística que se respiran en el festival. Es una responsabilidad grande cantar aquí", manifestaba unas horas antes de comenzar la representación. "No es un planteamiento tradicional lo que vamos a hacer. Hay una componente escénica y todos, hasta el cuarteto de guitarristas y yo misma, nos tenemos que mover por el escenario. Es algo así como una coreografía de raíces flamencas en la que el peso visual principal lo llevan, claro, las bailaoras".
Piensa Linares que la explosión universal que está experimentando últimamente el flamenco se apoya sobre todo en que es un arte lleno de emotividad. "Se está contemplando el flamenco fuera de España con una nueva mirada, sin prejuicios ideológicos o de otro tipo. Bien es verdad que se está atravesando un gran momento de calidad artística, aunque no es oro todo lo que reluce. La técnica es fundamental, desde luego, pero la emoción lo es aún más. Esto es una manifestación artística que debe tocar directamente al corazón". Y añade: "El éxito internacional del flamenco no se limita al entusiasmo de los espectadores que lo descubren. Se está extendiendo a los intérpretes. Hay cada día más guitarristas y bailaores de calidad que no son españoles. Ya verá usted esta noche el nivel que tienen los guitarristas suizos, por ejemplo. De momento, el único terreno que se mantiene sin competencia extranjera es el del cante".
Carmen Linares conoció al intendente del Festival de Lucerna, Michael Haefliger, en uno de los Encuentros Mundiales de las Artes de Valencia. "Representaba el mundo musical clásico, pero me agradó la enorme admiración que mostró por el universo del flamenco. Yo creo que no debemos acomplejarnos por actuar en grandes auditorios y teatros de ópera. Curiosamente, en el extranjero tenemos a veces un reconocimiento mayor que en nuestro país. Y con otro tipo de sensibilidad, desde luego. Ni mejor, ni peor: distinta".
En cuanto a la asunción por intérpretes flamencos de papeles tradicionalmente más ligados al mundo clásico, como las canciones populares de Falla, Carmen Linares se manifiesta sin rodeos: "Nuestra aportación tiene sentido si es capaz de transmitir una pizca de emoción, unos contenidos con raíces. Yo no puedo cantar, por ejemplo, la Nana de Falla con la misma sensibilidad y encanto con que lo hacía la admirable soprano Victoria de los Ángeles, pero, sin embargo puedo buscar otros ángulos de aproximación, resaltando más el desgarro desde la propia voz o incidiendo en unos valores expresivos y dramáticos. Pero lo fundamental es que yo me emocione y logre transmitir al público esa sensación. De lo contrario, más vale dejarlo".
Y llegó el concierto. Escenario prácticamente desnudo, con varias sillas distribuidas. El cuarteto Eos y el percusionista Ricardo Espinosa ofrecen, a modo de bienvenida, una composición del guitarrista Marcel Ege, en homenaje a García Lorca. Se escucha respetuosamente con algún "ole" aislado al final. Carmen Linares aparece como una heroína trágica, como una diosa humanizada y va desplegando la Canción del amor dolido o la del fuego fatuo, ambas de El amor brujo, de Falla, con hondura. Las bailaoras de Flamencos en Route -Sara Calero, Almudena Hernández, María Martín, Marta Roveratose mueven con soltura aunque quizá con un exceso de estilización. Los guitarristas están estupendos. Va cautivando Carmen Linares al público en cada nueva intervención. En las Siete canciones populares españolas el idilio con la sala es total. Borda, a su manera, la Nana y el Polo. También la Seguidilla murciana o El paño moruno.
El espectáculo está, en cualquier caso, más conseguido en la segunda parte, con la Fantasía alrededor de las canciones antiguas de García Lorca. Se crecen las bailaoras, de negro absoluto, y sacan destellos de temperamento. Espinosa se luce con la caja y el cántaro. Y Carmen Linares provoca el escalofrío con la siguiriya, para terminar por lo más alto con un Anda jaleo, que se ve obligada a repetir ante las aclamaciones y el pateo de conformidad. Fue una fiesta española, en toda regla, en el, como afirma reiteradamente la excelente fotógrafa estadounidense y mecenas de 84 años Betty Freeman, "mejor festival musical del mundo en la actualidad".
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